martes, 11 de mayo de 2010

MI AVENTURA DE SER DOCENTE

¿Qué es la docencia para mí? Quisiera enfatizar que la docencia fue para un servidor , al inicio, una profesión por convicción; porque nadie que tenga completa cabalidad en su vida económica, trabajaría gratis o por simple “amor al arte”; lo creo inmoral, Pensaba, ¿por qué? pues porque, al término de haber trabajado 18 meses sin cobrar nada, la satisfacción no solamente se reduce a un "gracias", sino a un completo desagrado; pero de antemano, ustedes podrían contener otra postura moral, distinta a la mía desde un inicio, y decir que ejercer una profesión como la docencia, se complementa una satisfacción espiritual, porque "te sientes bien", porque cada vez que realizas una clase, te encuentras con una discusión dialógica de un conocimiento -bien cimentado-, en la que no requieres llamar a esta profesión como un labor altruista, (como la que realizan los docentes que se dedican a la alfabetización) sino un labor de “oficio”; un oficio de discusiones que te da para realizarlo en el aula y en la vida. ¿En qué no podría estar de acuerdo con esto? La lectura de José M. Esteve da para explicarnos esto y más, pues da cuenta de cómo llegó a sentirse útil a los demás, dándole una alta valoración a su trabajo y convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual Sin embargo, creo conveniente especificar que la terminología “ensayo” que utiliza el autor el texto, no es de uso despectivo español; es decir, que deba de entenderse como aquello que promueve “pruebas” de aprendizaje, sino que mas bien, lo utiliza como un término asertivo incluido al español, lo connota como un significado anglosajón, que se refiere a “investigar”. Investigación, que queda por demás entendida cuando de “renovar se trata en cada una de tus enseñanzas. Por ello, Esteve habla de la importancia de la renovación pedagógica; una importancia que se traduce en la postura humanista que el mismo autor desglosa: Nunca encontré una mejor definición del magisterio: dedicar la propia vida a pensar y sentir, y a hacer pensar y sentir; ambas cosas juntas. ¿Cómo justifica este binomio? No lo justifica, porque piensa que se hace evidente en el docente que “siente la docencia”. Pero el docente que siente la tensión en la actividad de la vida diaria no pensara en sentirse bien, mas bien su andar se traducirá en angustia y nerviosismo, cosa que el autor no pasa por alto. Por ello es necesario enfatizar que la descripción que el autor hace en estas líneas, hacen pensar la descripción de una alegría “descargativa”, donde las emociones tiene cabida, donde la actividad de enseñar como profesor se hace patente como un sentir interno único, esta dada por una visión “humanista”; porque todas las ciencias –analizara- tienen en su origen a un hombre o una mujer preocupados por desentrañar la estructura de la realidad. Un hombre o una mujer que “se preocupa por la aserción de todo; ese alguien, alguna vez, elaboró los conocimientos del tema que explicas, como respuesta a una preocupación vital pero hay que recordar que en esta descarga emotiva, sólo –a mi forma de analizar- se hace patente por la participación del alumnado. Y es aquí donde entra este binomio de Esteve, un binomio único y complementario con lo que comente arriba. Docente-Alumno. Por ello creo conveniente que nuestro autor pasa por alto la mala aplicación que esto podría llevar a una cultura como la nuestra. Lejos de convertirnos en profesores humanistas, nos convertiríamos en profesores “paternalistas” donde la convicción del alumno es resguardarlo, comprenderlo, y no orientarlo y dirigirlo. Aquí esta, pienso, lo medular del texto, el cual nos hace caer en una proposición implicativa: “Si lo que quiero es conseguir que se piense y se sienta y se sienta para pensar, entonces, debemos dar respuestas a qué es lo que inquietan a nuestros alumnos. Esto es lo que nos sugiere la RIEMS; pues nos incita a la participar con una “pregunta generadora”. Aquí pensaría la posición de Esteve como un supuesto Socrático. Entrar a la docencia con valor, y enfrentarla con humildad y prudencia. He aquí lo que supuse en otro espacio, como el devenir de un sentimiento entusiasta que parte de la dinámica grupal. Esto es muy cierto, pero Esteve nunca se refiere a profesores de un nivel de medio superior, ¿a caso el nivel medio superior español es más alto que el nuestro? ¿A caso los docentes distan de tener otra preparación superior a lo que pueda tener un profesor de básicas?

Sin embargo, parte de lo que comenta el autor en su artículo, se aplica para la cultura Norteamérica y mexicana, porque los maestros de primaria más se orientan a idealizar actitudes y no aptitudes. Pues están más por la noción del carácter que tiene un alumno, que por su desempeño de capacidad. Y en Esteve, la noción de la actitud nace –pienso yo de la noción de la aptitud. Lo que resulta imposible de comprender cuando se procede de manera inversa.
Y de esta explicación surge lo que nosotros llamamos “inconformidad” puesto de no existir resultados satisfactorios de un avance programático, al profesor se le cataloga como “malo”. Ello en cierta manera, es lo que en países subdesarrollados sucede. A una escasez de espacios laborables, se remedia el ser profesor con la única convicción de tener un sustento económico. Y esto es un dilema, porque en esta postura no solo los de nivel básico lo sufren, sino también los de todos los niveles educativos, donde la vanidad del saber se hace supedita; lo que nos hace falta nombrar que en este espacio se da la falta de carácter y de la imagen, porque estas al ser visuales caracterizaran al profesor durante el ciclo escolar que enfrentara con sus alumnos y toda la institución. Un fenómeno que pocos hacen caso, y que muchos recurren al autoritarismo para remediarlo.

Pero la disciplina no se gana con el “regaño” sino con la “atención” -vaya que es redundante- porque es posible que mucha gente piense que ser profesor no es algo socialmente relevante, pues nuestra sociedad sólo valora el poder y el dinero; pero a mí me queda el desafío del saber y la pasión por comunicarlo. Me siento heredero de treinta siglos de cultura, y responsable de que mis alumnos asimilen nuestros mejores logros y extraigan consecuencias de nuestros peores fracasos. Y eso para mi es valioso.

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